Editoralia
El escritor que lo sabe todo El escritor que lo sabe todo
Hay un problema frecuente entre los escritores nóveles (y algunos que no lo son tanto) y es que utilizan su conocimiento de los acontecimientos... El escritor que lo sabe todo

Hay un problema frecuente entre los escritores nóveles (y algunos que no lo son tanto) y es que utilizan su conocimiento de los acontecimientos futuros de la historia para guiar las acciones previas o lo que yo llamo anticipación.

Esto es muy sencillo de corregir, el mayor problema es que usted se convenza de que está haciendo esto que digo. Es una de esas cosas que, si la persona que lo hace no es consciente de ello, es muy difícil hacerle ver su error. Ellos simplemente no lo ven como un error.

La razón de que la anticipación sea algo a tener en cuenta es que, el mal uso de su conocimiento de la totalidad de la novela puede hacer que la historia misma pierda credibilidad.
Esto es algo que ya he dicho otras veces, en la ficción (al revés de la realidad) no existen las coincidencias, siempre debe haber una causa para cada cosa. Si un personaje sólo pasaba por el lugar correcto, justo en el momento adecuado, o si asumen algo o simplemente adivinan y (por suerte) todo se resuelve de una manera que es muy conveniente para la historia, suena artificial y falso. El lector no se cree que de miles de bares justo el policía entre, por que sí, a tomar un trago en el que está el asesino. He aquí un ejemplo de lo que quiero decir:

Digamos que un hombre va a la tienda y, cuando llega allí, se ve envuelto en un robo. Hace frente a los ladrones, salva el día y se convierte en un héroe, bla, bla, bla. Esa es la historia.

Tengo que situar mi personaje en la tienda, darle un sentido a su presencia allí. ¿Cómo puedo hacer eso? La primera respuesta es: no me importa. La historia se pone interesante una vez que llegue a la tienda, así que cómo o ​​por qué está allí no es importante o interesante para mí. Tengo un montón de ideas de cómo domina a los pistoleros con cosas que encuentra en los estantes. Es brillante. Pero en cuanto a por qué está ahí, vamos a decir que se le acabó la leche, como a las personas normales, por lo que va a la tienda más cercana. Tiene sentido, ¿no?

El problema es que no es como el lector verá a este personaje.

Para un lector, al principio, no hay un salvaje y emocionante robo a mano armada. Ellos no pueden ver el futuro en la forma en que el escritor puede hacerlo. Para ellos, la historia se convierte en un hombre que no tiene leche en su casa y sale a comprar.

Aquí usted me dirá: que siga leyendo, ya llegará a la parte buena. Pero el lector piensa así: Estas primeras tres páginas son bastante aburridas, voy a asumir que las restantes 297 páginas serán iguales. ¡Que pase el siguiente libro!

Como escritor usted debe procurar que toda la historia sea buena. Sabemos que hay altibajos en la acción y el suspenso. Hay momentos profundos y momentos vertiginosos, pero todos deberían ser igual de buenos. No debemos asumir como una necesidad la inclusión de páginas aburridas en nuestras novelas, esperando que el lector sea indulgente y las pase rápido para llegar a “la parte buena”. Déjele leer una parte buena y hágale llegar a otra mejor.

Eso no quiere decir que usted sólo deba cortar las primeras páginas y empezar la historia con el protagonista entrando en un supermercado en donde ve a un par de hombres con escopetas. Ritmo no significa apretar el acelerador a fondo y darle al botón de turbo. La narrativa requiere flujo y reflujo, tiempos controlados, acción y reacción. Pero cada parte, cada secuencia de escenas, requiere un conjunto realista de objetivos y motivaciones.

Siempre que un personaje simplemente decide hacer algo, o decide al azar ir a un determinado lugar sin razón, se siente artificial. Sí, ya lo sé,  la gente en la vida real hace ese tipo de cosas. Pero la vida real no es ficción, no hay una persona con un ordenador portátil organizando el mejor resultado posible para su aventura. Ni otra persona viendo en tiempo real lo que usted hace para juzgar si tiene sentido o si le divierte.

Ese conocimiento sobre cuál es el mejor camino para resolver las intrigas en su novela puede arruinar una buena historia si usted permite que interfiera. Lo que pasa con este conocimiento es que una vez que usted lo sabe, no se puede volver atrás. Entonces, lo que puede parecer un comportamiento razonable desde la perspectiva del escritor (por supuesto que la chica va a ir a esa fiesta, que es donde ella va a reencontrarse con el chico del que se enamoró) se puede leer como un gran salto de lógica, sin razón aparente a un lector (¿por qué se le va a ocurrir ir a una fiesta, y justo a ésa fiesta, cuando ella acaba de tener esa conversación sobre cómo odiaba salir?).

Otro error clásico de anticipación (el escritor conoce los acontecimientos futuros) es que como algo evitará que el personaje de lleve a cabo su plan, nunca planifica nada. Si el ladrón de bancos va a ser arrestado justo cuando entra en el edificio, entonces no importa lo que él había planeado hacer para superar el súper sistema de seguridad de alta tecnología. Pero el ladrón de bancos no lo sabe.

Hay partes de la historia que hacen perder interés al lector, que está obligado a leer el libro en el orden en que está escrito. Cada parte débil es una pista para el lector de lo que puede llegar a ser el resto de la historia (sea esto cierto o no). Usted tendrá la sensación de que su historia es digna de ser leída a pesar de los pedacitos aburridos, porque sabe que habrá una recompensa. Los lectores no seguirán leyendo, porque no lo saben.

Lo que hay que recordar en todo momento es enfocar nuestros esfuerzos en lo que el personaje está haciendo justo ahora, no dónde lo lleva eso ni la importancia de que esté en cierto lugar en el momento oportuno. Usted debe centrarse en los pequeños momentos, en por qué el personaje hace lo que hace, sus motivos deben estar claros y ser lógicos. Porque si su personaje en realidad hace cosas porque sí, ¿qué pasa con la historia si no las hubiera hecho? Si en vez de entrar en ese bar hubiese entrado al de al lado, o se hubiese ido a casa la historia se derrumba.

Cuando el personaje puede optar por hacer lo que pretende el escritor o no hacerlo, sin consecuencias, entonces todo el argumento se ve artificial. La historia debe avanzar como consecuencia de las cosas que hacen los personajes por razones comprensibles para el lector, sin anticipación por parte del escritor. Si ocurre de otra manera los lectores pueden aburrirse, no creerse la historia, o desilusionarse, pero lo seguro es que dejan de leer.

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