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Las mejores frases finales en la literatura universal Las mejores frases finales en la literatura universal
Visto con algo de gracia los finales son un poco como los villanos de las películas: cuanto mejores son mejor es el protagonista. Toda... Las mejores frases finales en la literatura universal

Visto con algo de gracia los finales son un poco como los villanos de las películas: cuanto mejores son mejor es el protagonista. Toda buena historia merece un buen final, eso es una verdad de Perogrullo. En ese sentido, os ofrecemos «Las mejores frases finales en la literatura universal» para que compren. ¡Ojo!, estas frases y ofertas no carecen, en algunos casos, de spoiler… de modo que ve con cuidado. En definitiva, «Las mejores frases finales en la literatura universal» son objeto, como todo en la literatura, de debate. Aquí te proponemos 30 que nos han gustado mucho ¿Cuál agregarías? ¿Cuál debe estar sí o sí?

Solo un detalle en relación al final de El gran Gatsby en la lápida donde hoy reposan los restos de Scott Fitzgerald y Zelda (su inmortal mujer) se puede leer inscrita la última frase de El gran Gatsby: «Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado».

 

1. El retrato de Dorian Gray – Oscar Wilde

El retrato de Dorian Gray -  Oscar WildeEn el suelo, vestido de etiqueta, y con un cuchillo clavado en el corazón, hallaron el cadáver de un hombre mayor,muy consumido, lleno de arrugas y con un rostro repugnante. Sólo lo reconocieron cuando examinaron las sortijas que llevaba en los dedos.

 

 

 

Rebelión en la granja - George Orwell,2. Rebelión en la granja – George Orwell,

Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.

 

 

 

Los miserables - Victor Hugo3. Los miserables – Victor Hugo

Duerme. Aunque la suerte no le fue propicia,
vivía. Y murió cuando perdió su ángel.
La muerte le llegó sencillamente,
como llega la noche cuando se marcha el día.

 

 

 

Cien años de soledad  - Gabriel García Márquez4. Cien años de soledad – Gabriel García Márquez

Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de… Ver mas

 

 

 

Don Quijote de la Mancha - Miguel de Cervantes5. Don Quijote de la Mancha – Miguel de Cervantes

Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y… Ver mas

 

 

 

El principito - Antoine de Saint-Exupéry6. El principito – Antoine de Saint-Exupéry

Examínenlo atentamente para que sepan reconocerlo, si algún día, viajando por África cruzan el desierto. Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro… Ver mas

 

 

 

Lo que el viento se llevó - Margaret Mitchell7. Lo que el viento se llevó – Margaret Mitchell

«Pensaré en todo esto mañana, en Tara. Allí me será más fácil soportarlo. Sí, mañana pensaré en el medio de convercer a Rhett. Después de todo, mañana será otro día».

 

 

 

1984 - George Orwell8. 1984 – George Orwell,

Amaba al Gran Hermano.

 

 

 

 

Alicía en el país de las maravillas -  Lewis Carrol,9. Alicía en el país de las maravillas – Lewis Carrol,

Por último, imaginó cómo sería , en el futuro, esta pequeña hermana suya, cómo sería Alicia cuando se convirtiera en una mujer. Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo de los años , el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez, y que reuniría a su alrededor a otros chiquillos, y haría… Ver mas

 

 

 

Crónica de una muerte anunciada - Gabriel García Márquez10. Crónica de una muerte anunciada – Gabriel García Márquez

Santiago Nazar la reconoció. -Que me mataron, niña Wene- dijo. Tropezó con el último escalón, pero se incorporó de inmediato. ‘Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas’, me dijo mi tía Wene. Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba… Ver mas

 

 

 

Cumbres borrascosas - Emily Brontë11. Cumbres borrascosas – Emily Brontë

No tardé en descubrir las tres lápidas sepulcrales, colocadas en un talud, cerca del páramo. La de en medio estaba amarillenta y cubierta de matorrales, la de Linton sólo adornada por el musgo y la hierba que crecía a su pie, y la de Heathcliff, todavía completamente desnuda.Yo no me detuve a… Ver mas

 

 

 

El amor en los tiempos del cólera - Gabriel García Márquez.12. El amor en los tiempos del cólera – Gabriel García Márquez.

El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites. –¿Y hasta cuándo cree usted… Ver mas

 

 

 

Ana Karenina - Tolstoi13. Ana Karenina – Tolstoi

Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.

 

 

 

Los pilares de la tierra - Ken Follett14. Los pilares de la tierra – Ken Follett

–Philip se adelantó para azotar al rey. Se sentía contento de haber vivido para ver aquello. A partir de hoy, se dijo, el mundo será un poco mejor

 

 

 

 
El coronel no tiene quien le escriba -  Gabriel García Márquez15. El coronel no tiene quien le escriba – Gabriel García Márquez

El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto
a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
-Mierda.

 

 

 

Ensayo sobre la ceguera - José Saramago16. Ensayo sobre la ceguera – José Saramago

La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. Miró hacia abajo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciudad aún estaba allí.

 

 

 

Soy leyenda - Richard Matheson17. Soy leyenda – Richard Matheson

Tosió carraspeando. Se dio vuelta y se apoyó en la pared mientras se tomaba las píldoras. Se estrecha el círculo. Un nuevo terror nacido de la muerte, una nueva superstición que invade la fortaleza del tiempo. Soy leyenda.

 

 

 

Crimen y Castigo - Fedor Dostoievski,18. Crimen y Castigo – Fedor Dostoievski,

Pero aquí empieza otra historia, la de la lenta renovación de un hombre, la de su regeneración progresiva, su paso gradual de un mundo a otro y su conocimiento escalonado de una realidad totalmente ignorada. En todo esto habría materia para una nueva narración, pero la nuestra ha terminado.

 

 

 

La Regenta - Leopoldo Alas Clarín19. La Regenta – Leopoldo Alas Clarín

Después de cerrar tuvo aprensión de haber oído algo allí dentro; pegó el rostro a la verja y miró hacia el fondo de la capilla, escudriñando en la obscuridad. Debajo de la lámpara se le figuró ver una sombra mayor que otras veces… Y entonces redobló la atención y oyó un rumor como un quejido… Ver mas

 

 

 

Lolita - Vladimir Nabokov20. Lolita – Vladimir Nabokov

Pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. Y ésta es la única inmortalidad que tú y yo podemos compartir, Lolita.

 

 

 

La casa de los espíritus - Isabel Allende21. La casa de los espíritus – Isabel Allende

Comienza así »Barrabás llegó a la familia por vía marítima…»

 

 

 

 

Fortunata y Jacinta - Benito Pérez Gáldos22. Fortunata y Jacinta – Benito Pérez Gáldos

Lo acepto, lo acepto y me callo, en prueba de la sumisión más absoluta de mi voluntad a lo que el mundo quiera hacer de mi persona. No encerrarán entre murallas mi pensamiento. Resido en las estrellas. Pongan al llamado Maximiliano Rubín en un palacio o en un muladar… lo mismo da.

 

 

 

El guardián entre el centeno -  J. D. Salinger23. El guardián entre el centeno – J. D. Salinger

De lo que estoy seguro es de que echo de menos en cierto modo a todas las personas de quienes les he hablado, incluso Stradlater y a Ackley, por ejemplo. Creo que hasta al cerdo de Maurice le extraño un poco. Tiene gracia. No cuenten nunca nada a nadie.En el momento en que uno cuenta cualquier… Ver

 

 

 

Las aventuras de Huckleberry Finn - Mark Twain24. Historia de dos ciudades – Charles Dickens

Esto que hago ahora es mejor, mucho mejor que cuanto hice en la vida; y el descanso que voy a lograr es mucho más agradable que cuanto conocí anteriormente.

 

 

 

La tregua - Mario Benedetti25. La tregua – Mario Benedetti

Después de tanta espera, esto es el ocio. ¿Qué haré con él?

 

 

 

 

La familia de Pascual Duarte - Camilo José Cela26. La familia de Pascual Duarte – Camilo José Cela

¿Qué más podría yo añadir a lo dicho por estos señores?

 

 

 

 

Rayuela - Cortázar27. Rayuela – Cortázar

Era así, la armonía duraba increíblemente, no había palabras para contestar a la bondad de esos dos ahí abajo, mirándolo y hablándole desde la rayuela, porque Talita estaba parada sin darse cuenta en la casilla tres, y Traveler tenía un pie metido en la seis, de manera que lo único que él podía… Ver mas

 

 

 

El corazón de las tinieblas - Joseph Conrad,28. El corazón de las tinieblas – Joseph Conrad.

El mar estaba cubierto por una densa faja de nubes negras, y la tranquila corriente que llevaba a los últimos confines de la tierra fluía sombríamente bajo el cielo cubierto… Parecía conducir directamente al corazón de las inmensas tinieblas.

 

 

 

Las vírgenes suicidas - Jeffrey Eugenides29. Las vírgenes suicidas – Jeffrey Eugenides

“A fin de cuentas, daba igual la edad que tuviesen, el que fueran tan jóvenes, lo único que importaba era que las habíamos amado y que no nos habían oído mientras las llamábamos, que seguían sin oírnos ahora, aquí arriba, en la casa del árbol, con nuestro escaso cabello y nuestra barriga, llam… Ver mas

 

 

 

El Gran Gatsby - Scott Fitzgerald30. El Gran Gatsby – Scott Fitzgerald

De esta manera seguimos avanzando con laboriosidad, barcos contra la corriente, en regresión, sin pausa hacia el pasado.

 

 

 

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