Editoralia
Entrevista a Vicente Monzón, autor de ‘Los secretos agravios’ Entrevista a Vicente Monzón, autor de ‘Los secretos agravios’
Encantada de saludarte, Vicente. Cuéntanos, ¿qué se van a encontrar quienes se adentren en tu novela Los secretos agravios? Se encontrarán con la atmósfera... Entrevista a Vicente Monzón, autor de ‘Los secretos agravios’

Encantada de saludarte, Vicente. Cuéntanos, ¿qué se van a encontrar quienes se adentren en tu novela Los secretos agravios?

Se encontrarán con la atmósfera densa y opresiva de La Habana de esos comienzos del Período Especial. Pero, si bien presente a todo lo largo de la novela, lo está solo a modo de backdrop, una toma de ubicación para una historia criminal que involucra a gente de antiguo conocida entre sí y mutuos afectos, que ahora han dado un giro de 180 grados. Ahora están en bandos legales y psicológicos opuestos: el uno es un hombre de ley y acérrimo cumplidor del deber (en tanto policía de casta); el otro… pues simplemente uno al que le ha dado por incurrir en el quebrantamiento del más estricto de los 10 mandamientos: no asesinar.

La obra gira en torno a Desiderio Vigil, un policía jubilado que descubre que un antiguo discípulo se dedica ahora a asesinar delincuentes. ¿Cómo surge esta trama? ¿En qué te inspiraste?

Las cuerdas que mueven la inspiración hay que buscarlas en un crisol de lecturas, películas y realidades sociales cubanas (personales o no) que obligatoriamente me mueven a interrogantes que yo mismo me planteo y que me llevan a una mayéutica: ¿emular lo mejor de la literatura del género? ¿Reivindicar para la lengua castellana el término ‘vigilante’, palabra española al uso en la literatura y cine en inglés? ¿Sanear el medio social? ¿Saber qué se siente cuando se regresa de entre los muertos? ¿Sentirse un vencedor y nunca una víctima? ¿Pintar una situación altamente conflictiva, un predicamento? Todas estas preguntas se las dejo a lectoras y lectores para que, tras sus propias sustancias de la novela, me las respondan: yo, humildemente, me someto a sus veredictos.

En cualquier caso, una motivación central queda: castigar la impunidad. Y una última pregunta: ¿habrá alguien en desacuerdo con esto último?

La novela trasciende el género policiaco y es también una radiografía político-social de La Habana de 1996, una época especialmente dura en la historia de Cuba. ¿Qué importancia tiene en el relato el hecho de que la historia transcurra en este momento y ese lugar?

Pudo haberse dado en estos tiempos y en cualquier otro lugar. Pero su exacta ubicación en tiempo y espacio le otorga su propio pedigrí. El inicio del duro Período Especial fue el destape de la doble moral existente en la sociedad y el Estado: por un lado balseros, jineteras, prisioneros de conciencia, corrupción estratosférica… Por el otro, la contraparte del delirante discurso oficial, del “Socialismo o muerte”, tener que resistir el endurecimiento de la represión por parte de un máximo líder y su pirámide burocrática, que no pasan hambre ni carecen de transporte o electricidad como el 95 % del pueblo.

En este caldo de cultivo es que surge este cínico hijo del caos, buscando aportar algo de “equilibrio” a su mundo con tal de restañar en algo sus “secretos agravios”, que son, como se verá hacia el final de la novela, todos surgidos en La Habana en que nació y creció, y en la que vive. Entonces se convierte en una especie de Rodión Raskólnikov, el personaje de Crimen y castigo, pero un “Raskólnikov tropical”, o sea, uno que no solo mata sin remordimiento, sino que lo hace con humor y dejando un rastro literario. Hacia el final de la novela hay una frase acerca del teniente Vigil que constituye una clave para asimilar un poco más la estructura de la novela: “[…] no solo había dado con el asesino, también con la ficción de sus crímenes”.

El libro comienza con el siguiente mensaje:

«El buen Desiderio Vigil. Solo quien sea capaz de saber, de sentir cuánto se extraña a los hijos en el exilio por siempre sería capaz de caminar junto a él esas primeras docenas de monólogos interiores. Dios lo bendiga, teniente.

El Licenciado»

La ausencia de los hijos es un parte relevante de Los secretos agravios. ¿Se trata de un ingrediente autobiográfico?

En cuanto a la inscripción primera que da inicio a la novela, y que citas al principio, no es sino un juego subliminal, tal vez hasta un “golpe bajo” a la memoria del lector, para que se pregunte quién será el tal Licenciado: cual una especie de duende que se cuela en una librería, toma un libro y, sin que la dependienta lo vea, deja escrito algo en el margen lateral de la primera hoja. Y todo para decirle al lector que tenga paciencia con la larga caminata, pues se trata de un hombre que atraviesa un caso de conciencia, casi reticente a cumplir su deber: tiene a sus hijos y el mundo que dejaron atrás en una urna de cristal, y teme que esta se le rompa.

No he podido mirar hacia los lados sin encontrarme desarraigos y amputaciones familiares a causa del exilio en amigos, conocidos, desconocidos y vecinos. Incluso desde antes de mi nacimiento, pues mi familia es de exiliados políticos españoles (republicanos comunistas, precisamente). O sea, que el exilio, el extrañamiento y el cisma familiar me han perseguido y rodeado desde siempre. El propio teniente Desiderio Vigil está inspirado (y hasta retratado físicamente) en el padre de dos amigos míos que emigraron en la desbandada del puente marítimo Mariel-Cayo Hueso, en 1980, que sacó de Cuba a 125 000 personas. Recuerdo las lágrimas de ese buen señor: ellas se convirtieron en mi novela.

Tu relato realmente consigue transportarnos a las calles de La Habana y nos mantiene en suspense hasta el último momento. ¿Tienes algún referente literario que haya influido en tu manera de construir historias?

Es, primeramente, una cuestión de estructura narrativa. ¿Una novela dentro de la novela? ¿Tal vez Cervantes, al incluir una novela (El curioso impertinente) dentro del Quijote? ¿Algo de La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa? Seguramente. En cuanto al estilo y sus contenidos… pues no lo sé. Hay elementos hiperrealistas, de realismo mágico, así como las cadencias sofocantes de lo que entiendo que funciona en la novela negra: desde Dashiell Hammett hasta Vázquez Montalbán, pasando por varios otros, grandes y chicos (¡incluido yo mismo!) Tengo un cuento que toca el tema de los ñáñigos, se llama Los ecos remotos del Calabar, premiado en La Semana Negra de Gijón y contenido en el libro de relatos Nones de Par en Par.

Lo otro es una cuestión de musas, de cómo tengan el día estas.

Además de escribir relatos, te dedicas profesionalmente a la radio, en modalidades como el radioteatro o la radionovela histórica. Suena realmente interesante. ¿Cómo llegaste a dedicarte a eso?

Cada cual tiene de músico, poeta y loco. En determinadas edades uno siente que debe dedicarse a lo que cree que mejor puede hacer. Y tratándose de artes liberales, uno tiene que pactar con ellas, por ver cuál le hace sitio. En mi caso fue la literatura, y la de ficción, y el único medio que estuvo disponible para mí fue el radiofónico: este me abrió sus puertas cuando las de los otros, editoriales y TV, estaban cerradas. No fue su culpa, estas últimas son casi nulas en Cuba. De modo que, más de un cuarto de siglo atrás, dejé mi Licenciatura en Economía a un lado y entré en la radio: un medio encantador en el que el guionista tiene, además, más fuerza que en la TV o el cine (a pesar de ser aquí también imprescindibles).

¿Qué diferencias y similitudes existen entre escribir para la radio y escribir libros?

Ambos son, por supuesto, literatura. Pero en la radio se cuenta de otra forma: el narrador tiene menos voz, cediendo terreno a los personajes, quienes, a su vez, tampoco disponen de todo el espacio que quisieran. Es un reino compartido entre ambos y con el diseñador sonoro. Entre todos tienen que abreviar lo más posible, buscando la mayor fluidez, pues tienen, como en la TV, a un consumidor masivo: el espectador-oyente. En la literatura escrita o editorial las voces son más amplias, el discurso general suele ser más rico; el autor es un Dios —aunque uno tremendamente solitario— que lo único que necesita es ese ser imprescindible para el mundo: el buen lector.

Además de Los secretos agravios podemos leer otras obras tuyas como Horno para bollos o los recopilatorios de relatos Nones de par en par y Cuentos sin edad. ¿Estás preparando alguna nueva novela?

Por supuesto. Tengo una tonelada de obra pendiente. Quiero revisitar brevemente una novela, La quimera de Firgas (acerca de los amores de una pastora canaria con un tripulante de las carabelas de Colón, y de un famoso silbo canario que vino a Cuba con estas), así como reliteraturizar cuatro radionovelas mías para convertirlas en libros. Son tres novelas históricas: Los papeles de Al Capone (originalmente llamada El enemigo público nº 1; hay un spot de cinco minutos en mi página de autor), sobre la vida del famoso zar del crimen en Chicago; El genio de Nunca Más, sobre la vida de Edgar Allan Poe y un encuentro de este con el entonces joven poeta Charles Baudelaire; La guerra santa de Belomonte, sobre la guerra de Canudos en el Brasil de finales del siglo XIX; y una novela juvenil de aventuras, Perdidos en Tenochtitlán (la quiero con ilustraciones). Además, una serie de teleplays para la TV en España, que entonces titulé Carrefour, quedará convertida en una serie de noveletas. No podré terminar todo esto en todo el 2018.

Gracias por las respuestas y saludos desde Madrid hasta La Habana.

Gracias por esta oportunidad, ha sido un placer tu entrevista.


  • Nombre: Vicente Monzón
  • Género: novela negra
  • Bio: nacido y residente en Cuba, Vicente Monzón es narrador y guionista de radio, TV y cine. Es autor de las novelas El enemigo público nº 1, El genio de Nunca Más El peregrino del siglo iluminado, así como de una treintena de relatos. Tiene también varios premios internacionales: Casa de las Américas, Ignacio Aldecoa, Álvarez Tendero, Juan Rulfo (Semana Negra de Gijón – Radio Francia Internacional), Guardo de Cuentos… Trabaja en Radio Progreso.
  • Libro: Los secretos agravios

Disponible en:

Amazon

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